Existen tantos tipos de traducciones como áreas a las que pertenecen esos textos. Cada rama aporta una connotaciones únicas y exclusivas a sus contenidos, lo que propicia que las transcripciones deban ser tratadas de formas independientes y con especialización. Expresiones específicas o modismos, son algunos detalles a tener en cuenta a la hora de realizar estas traducciones. Pero, ¿qué tiene de especial la traducción jurídica?

Cuando nos enfrentamos a la traducción de una web, de un menú de un restaurante, de un libro de cuentos o de cualquier otro material, debemos asumir la responsabilidad que esto conlleva, ya que los lectores que lo reciban, deben poder leer lo mismo que el autor quiso transmitir. Esta responsabilidad es extensible a las traducciones jurídicas pero además, la connotación que las hace “diferentes” radica en su legalidad. Básicamente, las traducciones jurídicas son aquellas que se realizan de textos legales. De ahí las consecuencias, incluso muy graves, que puede conllevar una mala traducción, extrapolándose a finales incluso drásticos.

¿Qué tipos de documentos se consideran jurídicos?

Valga la redundancia, cualquiera de carácter legal. Ya sean públicos (documentos oficiales de una administración, de un organismo…) o privados (testamentos, actos notariales…).

Básicamente, el documento original está realizado, habitualmente, por un especialista, en este caso, un abogado, economista o similar que incluye términos muy técnicos, alejados del lenguaje coloquial. Es necesario encontrar su homónimo exacto, no solo en traducción literal, sino también en contexto, que nos lleve a una interpretación correcta del texto completo, lo cual hace que sea un tipo de traducción muy complicado.

Por ello, a veces los traductores cuentan con cierta ayuda. Lo más apropiado es que, para realizar buenas traducciones jurídicas, tengamos a un profesional del derecho además de traductor. Asimismo, si tenemos a una misma persona que englobe las dos profesiones y pueda aportar un texto de calidad, mucho mejor será la experiencia.

El formato y los formalismos, los principales problemas de la traducción jurídica

Una traducción jurídica se basará en las leyes del país en el que haya sido redactado el documento original, pero claro, cada país tiene su propia ley. Hay una diferencia abismal en los reglamentos de la Common Law (Gran Bretaña, EE. UU., etc.) y los de países más continentales, como España o Francia.

Las diferencias entre el sistema de la Common Law y el sistema jurídico continental, derivado del derecho romano, no sólo se encuentran en la casuística penal, sino también en la tipología contractual. Concretamente, los contratos realizados según el sistema de la Common Law suelen presentar mayor libertad de redacción y una tipología más extensa. Por su parte, los contratos ejecutados bajo sistemas jurídicos continentales suelen presentar formas de redacción fijas que constriñen la libertad de redacción del texto.

Esos formalismos jurídicos pueden ser, o bien arcaísmos consagrados por el tiempo, o bien formas terminológicas jurídicas que son necesarias para que el contrato se reconozca como tal. De ahí que muchas veces, al traducir un contrato en inglés al francésespañolalemán o italiano, debamos realizar una labor de adaptación del texto y amoldar el mensaje del original a las formas jurídicas del derecho continental.

Un ejemplo concreto: el Trust

Un claro ejemplo es el Trust, cuya forma jurídica tiene un peso o significado distinto en la cultura de llegada. Los Trust son muy usados en la cultura anglosajona, con diferentes objetivos y causas, pero todos ellos tienen en común la figura del fideicomiso, que si bien también existe en el derecho romano, solía usarse en casos distintos.

En el derecho romano, el fideicomiso solía aparecer en los testamentos cuando el fallecido legaba sus bienes a un menor, por ejemplo, y en espera de que éste alcanzase su mayoría de edad, el fideicomiso se hacía cargo de la gestión de los mismos, aunque él nunca tuviera derecho a la propiedad de los bienes.  En el derecho sajón, el fideicomiso, o las compañías fiduciarias, tienen multitud de utilidades, y pueden incluso sustituir a las hipotecas. De este modo, el propietario de un bien inmobiliario no ostenta plenamente el título hasta que no ha pagado la deuda contraída con la compañía fiduciaria, que se beneficia del título del propiedad hasta que el préstamo se ha pagado por completo.

Por todo ello, es necesario conocer detalladamente la tipología contractual de uno y otro sistema jurídico, y saber cuándo se hace necesaria una adaptación del contenido. Lo importante, en cualquier caso, es que el objeto, la causa, y las partes del contrato queden claras en la traducción, y que la traducción de las cláusulas refleje fielmente las condiciones y pactos del contrato original.

El lenguaje jurídico

Por supuesto, en un ámbito tan técnico, el vocabulario no iba a quedarse atrás. Te detallamos las principales dificultades terminológicas y gramaticales que sortean los traductores jurídicos en su día a día.

Diferencias en terminologías

La terminología  legal es muy complicada. A menos que el traductor conozca bien y tenga experiencia en los matices del lenguaje legal de cada idioma, es probable que se produzca el caos. Por eso es importante contar con traductores especializados en traducción legal, como los que tenemos en Okodia.

Variaciones sintácticas

Las comas, los dos puntos, los apóstrofes, los acentos y otros elementos que ayudan a elaborar la sintaxis de una sola oración pueden causar estragos en lo que respecta a la traducción jurídica.

Mover la sintaxis o incluso pequeños cambios en la puntuación puede cambiar todo el significado de una oración. Sin embargo, el problema se amplifica cuando hay que seguir las reglas de sintaxis en dos idiomas diferentes.

Tono o registro

El tono de un documento legal debe mantenerse en todo momento, incluso en la traducción. Y es que si no se mantiene el tono del documento, podrían producirse ciertas complicaciones como por ejemplo, la severidad del tono de un aviso legal puede no cumplirse adecuadamente. Por idiomas, por ejemplo, el inglés legal tiene un tono muy formal e impersonal, y generalmente contiene oraciones complejas que se refieren a varios temas. También utiliza principalmente la voz pasiva. Cuando se traduce a un idioma que utiliza principalmente la voz activa, obtener el tono correcto es un gran desafío. Sin embargo, el verdadero problema es que tales variaciones en el tono podrían provocar variaciones en el significado real del texto.

Las empresas y personas que solicitan una traducción jurídica necesitan un servicio de máxima calidad, sin dudas acerca de la fiabilidad de su contenido. Esto solo se conseguirá contactando con agencias especializadas en este tipo de traducciones. Ellas podrán garantizar que sus documentos estarán correctamente traducidos y no llevará a ningún problema o mayores conclusiones cualquier mínimo error. Confiar en un especialista hará que sus documentos de propiedad intelectual, contratos, pólizas de seguros, informes periciales, procedimientos legales o cualquier otro documento, gocen de la mejor traducción.

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