Cuando una traducción “suena bien”, puede estar correctamente redactada… o solo parecerlo. En entornos profesionales, la calidad no se evalúa por intuición, se mide con criterios objetivos, repetibles y alineados con el riesgo y el propósito del texto. En este artículo tienes un método práctico para auditar traducciones con indicadores claros, sin depender de opiniones.

Por qué el “suena bien” no es un criterio de calidad en traducción

“Suena natural” es un síntoma, no una prueba. Un texto puede sonar fluido y aun así contener fallos terminológicos, omisiones, falsos amigos o cambios sutiles de sentido. En marketing, esto reduce conversión; en legal, introduce ambigüedad; en técnico, puede generar errores operativos. Medir calidad significa comprobar que el texto cumple su función con precisión.

Define primero qué significa “calidad” para tu caso

No existe un único estándar válido para todo. Antes de evaluar, fija el objetivo del texto: informar, vender, cumplir normativa, instruir, documentar un proceso, etc. A partir de ahí, decide el nivel de tolerancia al riesgo y qué pesa más: fidelidad, naturalidad, coherencia terminológica o estilo. Sin esa definición, evaluar es discutir.

Los 5 ejes que debes medir siempre

Una auditoría sólida revisa cinco dimensiones. Te permiten detectar problemas reales y convertir la revisión en un proceso controlable. Además, facilitan comparar proveedores o versiones de traducción de forma consistente.

1- Fidelidad al significado

Comprueba que no haya cambios de sentido, matices suavizados o afirmaciones añadidas. Aquí entran errores “invisibles”, como intensificadores, negaciones, condiciones o excepciones que se pierden. Revisa especialmente los cuantificadores, modales (puede/debe), advertencias y limitaciones. Si cambian, cambia el mensaje.

2- Terminología y consistencia

La calidad cae cuando un mismo concepto se traduce de tres formas distintas. Evalúa coherencia interna (dentro del documento) y coherencia externa (con textos previos, web, producto, marca). En sectores técnicos, exige glosario y reglas de preferencia. La consistencia es medible: recuento de variaciones por término clave.

3- Naturalidad y registro en el mercado destino

Naturalidad no es “bonito”, es “nativo para ese contexto”. Analiza si el registro encaja con el público: formalidad, cortesía, estructuras habituales, colocaciones y frases hechas. Un texto literal puede ser comprensible, pero sonar extranjero y erosionar credibilidad. En marketing y RR. PP., esto pesa mucho.

4- Corrección lingüística y mecánica

Aquí entra gramática, ortografía, puntuación, concordancias, mayúsculas, unidades, fechas y formato. Parece básico, pero los errores mecánicos degradan la percepción de marca y generan retrabajo. Este eje es el más fácil de automatizar parcialmente asegurando la calidad, pero siempre requiere validación humana. Especial atención a números y unidades.

5- Adecuación funcional

La pregunta clave es “¿el lector puede actuar sin dudar?” Evalúa claridad de instrucciones, llamadas a la acción, requisitos y pasos. En UX, revisa microcopy, como botones, mensajes de error, etiquetas y ayudas. Una traducción correcta pero confusa es, operativamente, una mala traducción. La función manda.

Cómo evaluar una traducción con una checklist

Si quieres objetividad, trabaja con una checklist y una muestra representativa. Define un porcentaje del texto a auditar (por ejemplo, 10–20% en proyectos grandes) y selecciona secciones de riesgo, como tablas, condiciones, advertencias, claims, campos legales, instrucciones, etc. Evalúa cada eje con “cumple/no cumple” y anota evidencias. No revises “por sensaciones”.

  • Métrica simple: errores por severidad (para decidir sin subjetividad)
  • No todos los errores pesan igual. Clasifica cada hallazgo por severidad:
  • Crítico: cambia el significado, introduce riesgo legal/técnico o puede causar daño.
  • Mayor: afecta a terminología clave, coherencia o comprensión relevante.
  • Menor: estilo, preferencia, microajustes que no alteran la intención.

Con esto puedes comparar versiones y proveedores. Un texto con 0 críticos y 3 menores puede ser “mejor” que otro más bonito pero con 1 crítico. La severidad te da criterio de negocio.

Qué señales delatan una traducción “peligrosa”

Hay patrones que suelen esconder problemas, como frases demasiado calcadas del original, exceso de cognados, ambigüedades por estructura, o términos “aproximados” en lugar de exactos. También alerta si hay incoherencias entre títulos, tablas y cuerpo, o si cambian números, unidades o tiempos verbales. Si aparece esto, exige revisión especializada.

QA automático vs revisión humana: cómo combinarlos

El QA automático ayuda a detectar inconsistencias, números, etiquetas, formatos, terminología prohibida o errores mecánicos. Pero no valida la intención, los matices,la adecuación cultural ni precisión conceptual en textos complejos. La mejor práctica es un flujo híbrido de QA + revisión lingüística + validación por experto cuando el riesgo lo justifica. Esto reduce costes sin bajar calidad.

Cómo pedir a un proveedor una evaluación de calidad “medible”

Solicita un informe breve con el alcance auditado (muestra), criterios (ejes), errores clasificados por severidad y propuestas de corrección. Pide además trazabilidad del glosario usado, guía de estilo aplicada y decisiones terminológicas relevantes. Si el proveedor no puede explicarte su criterio, no hay control. Y sin control, la calidad es accidental.

Medir la calidad real de una traducción significa definir qué necesitas, evaluar con ejes claros y registrar errores por severidad. Eso convierte una “opinión” en un proceso repetible, útil para comprar, comparar y mejorar.

Rocío González

Autor Rocío González

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