Lanzarse al mundo autónomo puede dar vértigo: no saber por dónde empezar, sentir que te faltan contactos, experiencia o simplemente información clara… Pero también puede ser el principio de una carrera apasionante si te rodeas de buenas estrategias, formación continua… y referentes como Cora, quien, desde 2022, ha conseguido consolidarse como traductora autónoma y construir una trayectoria firme.
En el episodio T2E13 Mamá, quiero ser traductora de nuestro podcast Dándole a la Lengua, Cora comparte cómo fueron sus inicios, qué decisiones marcaron la diferencia, qué consejos daría a quienes dudan sobre si lanzarse y, sobre todo, qué le ha funcionado para vivir de esto sin perder la cabeza.
Así que, si acabas de salir del grado, te ronda la idea de hacerte autónomo o simplemente necesitas una dosis de esperanza (y realismo), este post es para ti. Sigue leyendo y toma nota.
- Los mejores momentos de nuestra entrevista con la traductora autónoma Cora Bartual
- Cuando acabaste el grado, ¿cómo te sentiste?
- ¿Cómo conseguiste tus primeros proyectos de traducción?
- ¿A qué retos te has tenido que enfrentar como traductora autónoma?
- Háblanos de las pruebas de traducción.
- ¿Crees que es necesario especializarse desde el principio?
- ¿Cómo se fija el precio de una traducción cuando estás empezando?
- ¿Qué maneras existen de darse a conocer siendo traductora autónoma?
- ¿Cómo ves el futuro de la traducción con el auge de la IA?
- Si pudieras volver atrás en el tiempo, ¿qué consejo te darías a ti misma?
- Ser traductora autónoma y vivir (bien) de ello es posible
Los mejores momentos de nuestra entrevista con la traductora autónoma Cora Bartual
No vamos a mentirte: empezar no es fácil. Hay dudas, miedos y un Excel que no sabes ni por dónde coger. Pero también hay historias reales que inspiran y dan perspectiva. Esta es la de Cora:
Cuando acabaste el grado, ¿cómo te sentiste?
Descubrí que eso era lo que me gustaba, aunque no era capaz de concretarlo. Durante la carrera no encuentras una concreción de lo que puede ser ni cómo puedes llegar a ser traductora.
Entonces, me sentí totalmente perdida. No sabía qué hacer, ni siquiera sabía en qué quería especializarme. Decidí tomarme un año para pensar exactamente en qué quería especializarme.

Después de ese año, decidí que la traducción audiovisual era hacia donde quería avanzar e inicié el máster de traducción audiovisual. Ahí sí que me enseñaron qué caminos profesionales podía tomar y que, prácticamente, entre las pocas posibilidades que existían estaba la de hacerse autónoma.
¿Cómo conseguiste tus primeros proyectos de traducción?
Era mandar currículums sin parar, como en cualquier búsqueda de trabajo, pero también sabiendo que, a lo mejor, si recibías un proyecto de un sitio, eso no iba a ser lo que te sustentase o lo que te permitiese pagar tu cuota de autónomos y los gastos que ello conlleva.
Mi primer proyecto empezó a través de una profesora que nos sugirió que mandásemos el currículum a una empresa. Luego una compañera empezó a trabajar en una compañía y necesitaban gente para cubrir el verano. También las prácticas en empresa me ayudaron a poder tener conocimientos sobre cómo funcionan las empresas y a que me tuviesen en cuenta.
A partir de ahí, la gente va sabiendo que eres traductora y de repente te recuerdan.
¿A qué retos te has tenido que enfrentar como traductora autónoma?
De repente, tal vez tienes un mes o dos en los que no entran proyectos. Es muy difícil lidiar con ese sentimiento. Intentas aprovechar ese tiempo de descanso porque, siendo autónoma, hay temporadas en las que trabajas mucho y lo necesitas, pero es muy difícil porque estás todo el rato dándole vueltas a que no te están llegando proyectos. Y luego, cuando llegan, llegan de golpe. Y piensas:
¿Y si luego no me llegan más?
Entonces vas a intentar coger todos los que puedas. Eso sí, dentro de las posibilidades y sabiendo que vas a garantizar una buena calidad. Tampoco consiste en hacer muchísimas cosas de mala calidad o sacrificando tu vida personal.

Tienes que hacer un gran esfuerzo de reflexionar y saber rechazar algo sin sentirte culpable.
Háblanos de las pruebas de traducción.
Hay algunas empresas que mandan pruebas de traducción, otras que no. Por un lado, creo que pueden ayudar a saber con qué nivel trabaja el profesional o la profesional. Me he enfrentado a pruebas de traducción de un minuto, algo que puedes hacer sin ningún problema.
Pero hay ocasiones en las que intentan darte pruebas de traducción mucho más largas. Y eso es bastante cuestionable porque estás invirtiendo mucho tiempo en hacer algo que es una pequeña prueba para ver una muestra de tu trabajo.
Generalmente, suelen contener cosas a las que tienes que estar atento, pero si tienes la formación sobre la especialidad no suponen un gran reto. Es algo que muchas veces da miedo, pero luego sabes identificar cuáles son las dificultades. Y también cabe la posibilidad de que tú añadas notas de la traductora.
¿Crees que es necesario especializarse desde el principio?
Yo creo que hay diferentes caminos, pero al final todos te llevan un poco a esa especialización. Porque si tú trabajas teniendo una especialización, eres mucho más rápida a la hora de identificar ciertas estructuras, de saber cómo se hacen ciertos procesos, saber lo que te pide la clientela. Si te mandan un proyecto con un lenguaje súper específico y tú no dominas el tema, estás muy perdida.
¿Cómo se fija el precio de una traducción cuando estás empezando?
Al haber libertad para establecer las tarifas, no es algo de lo que se hable abiertamente porque tú no puedes decirle a otra persona qué tiene que cobrar por el servicio que ofrece.
Cuando empiezas, tiendes a infravalorarte y a pensar que vale menos lo que haces y, a la vez, no quieres rebajar mucho el precio de tus servicios, porque entonces estás haciendo una mala competencia a tus compañeros (aunque yo nunca he percibido que el resto es competencia, al final, todos somos como una pequeña empresa, todos nos ayudamos).
Pero claro, ¿cómo establecer una tarifa?
Al final yo conseguí saber cuáles eran las tarifas mínimas decentes a través de diferentes profesionales que recomendaban que tú calculases qué necesitabas para vivir.
Por ejemplo, si tú cobras a céntimos una traducción y acabas ganando por muchísimas horas de trabajo cincuenta euros…
¿tú crees que realmente te están pagando lo que vale?

Ocurre mucho al principio que, como no tienes muchos proyectos, tiendes a pensar que tienes que aceptarlo todo, aunque sean tarifas muy bajas. Pero no pasa nada por decir que no y también existe la posibilidad de negociar.
¿Qué maneras existen de darse a conocer siendo traductora autónoma?
Creo que lo más importante es acudir a eventos. Por ejemplo, yo pertenezco a la Asociación de Traductores Audiovisuales de España (ATRAE) y he ido a todos los eventos a los que he podido acudir, sobre todo, para conocer a gente. También en Valencia se creó un grupo de traductores audiovisuales en el que se hacen encuentros cada x tiempo y así también conoces a más gente del sector que está cerca de ti.
Yo diría que lo fundamental es eso, lo que se llama networking para hacer contactos, conocer a gente, también para encontrar ese apoyo que necesitas en el mundo de la traducción.

Al principio es muy complicado porque acudir sola da mucho miedo y te encuentras un poco fuera de lugar. Pero de repente descubres que están tus profesores, tus tutoras de prácticas, personas con las que has trabajado… Y así, poco a poco, empiezas a conocer a gente. Además, la gente suele estar muy predispuesta a saludarte, a enseñarte el camino, a nunca dejarte sola.
¿Cómo ves el futuro de la traducción con el auge de la IA?
No podemos dejar en manos de la inteligencia artificial productos que hay que cuidar y a los que hay que darle esa perspectiva humana, porque una cosa que no tiene la inteligencia artificial es pensamiento crítico y moralidad y eso es fundamental en cualquier trabajo.
Y cuando hablamos de textos creativos, la inteligencia artificial empobrece muchísimo el producto. No está bien encontrarte productos que no están nada cuidados ni tienen buena calidad. La figura humana siempre tiene que estar.
Tampoco es algo cuya existencia podemos negar porque al final cada vez se utiliza más. Creo que son una herramienta que se puede utilizar, pero tú tienes que ser capaz de desarrollar tu propio pensamiento.
Si pudieras volver atrás en el tiempo, ¿qué consejo te darías a ti misma?
El consejo que me daría sería:
durante la carrera, date cuenta de lo importante que es conocer y apoyarte en gente.
Porque al principio, sobre todo, sentí mucha soledad. Si hubiese partido apoyándome más en la gente, me hubiese sentido mejor muchas ocasiones en las que he sentido frustración o que no valía la pena el esfuerzo.
En la carrera, encontrar a gente en la que apoyarte es complicado. Por eso pienso que es muy útil acudir a cualquier evento o apoyarte en gente que ya sabes que está consolidada.
A mí ahora a veces me escriben porque me han encontrado en redes sociales y yo no tengo ningún problema en contestarles. No es como que al ser profesional hay una barrera y no voy a comunicarme con los estudiantes, porque también me he sentido en ese lado y puedo empatizar con ellos.
Ser traductora autónoma y vivir (bien) de ello es posible
¿Tienes inseguridades sobre si dar el paso como traductora autónoma? Normal. No es fácil. Pero tampoco imposible. Con estrategia, formación y una red de apoyo, es posible hacerse un hueco como traductora autónoma. Y escuchar a quienes ya han recorrido parte del trayecto es, sin duda, el mejor punto de partida.
Cora empezó hace poco… y mírala: aquí está, consolidada y compartiendo todo lo que ha aprendido.
Y si ella lo ha logrado… tú también puedes. Disfruta de la entrevista completa en nuestro podcast Dándole a la Lengua: