Hoy en día, todos los móviles incorporan de fábrica esa tecnología de comunicación que trasmite información de un dispositivo a otro sin necesidad de cables: el bluetooth. Todos sabemos que existe, aunque no todos sabemos cómo funciona, pero como ese sería un tema propio de un blog de informática nosotros nos vamos a centrar en ”lo nuestro”: la historia del Bluetooth y de su extraño nombre.

Aunque tu nivel de inglés sea de EGB, seguro que eres capaz de traducir las dos palabras unidas que forman bluetooth: azul y diente. ¿No te ha extrañado nunca este nombre? A Okodia sí, y por eso hemos rastreado y trasteado un poco por la red de redes.

Hace muchos años en algún rincón de Dinamarca…

Viajamos hasta finales del siglo X al remoto y helado reino de Dinamarca. Allí encontramos al rey Harald Gormsson que, como su propio apellido indica, era hijo del viejo rey Gorm.

Cuando el joven Harald heredó la Corona, el territorio que pretendía reinar era un completo caos formado por pueblos y gentes muy dispares. En la Dinamarca actual el idioma oficial es el danés, pero en aquellos lejanos años no se hablaba un único idioma, sino varios dialectos diferentes tanto en vocabulario como en gramática. Tampoco había una moneda única, ni un sistema común de tribunales, ni un gobierno general… era un territorio bastante complicado de gobernar.

Harald se puso manos a la obra y tras años de batallas, reuniones, pactos, cesiones y sobornos, consiguió realizar su sueño: crear fuertes alianzas que unieron al pueblo danés frente al resto del mundo.

Harald_mapa

 

Hace 18 años en algún rincón de Suecia…

Avanzamos unos cientos de años en el tiempo y asistimos a la reunión donde nacería nuestro bluetooth. En 1996 los representantes de Ericsson, Intel y Nokia se reunieron para intentar crear una alianza estratégica que les permitiera lanzar al mercado el nuevo sistema de comunicaciones inalámbricas en el que las tres compañías llevaban años investigando. La reunión se alargó y los reunidos decidieron continuarla en un pub cercano. Allí, entre cacahuetes y cervezas, uno de los presentes contó a modo de anécdota la historia de las alianzas del Rey Harald y lo importante que había sido unir fuerzas a lo largo de la historia. Varias copas más tarde, el acuerdo se cerró y las tres grandes compañías decidieron bautizar el dispositivo común con el nombre del gran unificador del siglo X, el precursor de las grandes alianzas.

Entonces ¿por qué Bluetooth y no Harald?

Ahí está el quid de la historia. Al rey Harald le encantaban los arándanos y como todo buen rey debe tener un buen apodo sus coetáneos decidieron bautizarlo por el color de sus dientes. El sobrenombre bluetooth alude, así, al intenso color azul que lucía la dentadura del rey tras pasar por los jugos de los azules arándanos.

¿Te ha parecido curiosa la historia del bluetooth?

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